Siguiendo la serie de post de enseñanzas
que se pueden aprender de clásicos para la Comunicación llegamos a 5 enseñanzas
que he extraído mientras leía las “Analectas” de Confucio:
Imagen procedente de www.venamimundo.com
1) Confucio: “El Hombre que no se preocupa del futuro está condenado a preocuparse
del presente”.
En la Comunicación Política hay
que planificar a futuro teniendo en cuenta los riesgos que implican las
decisiones que adoptemos para afrontarlos mejor cuando se produzcan, de lo
contrario nos estaremos arriesgando a enfrentarnos a problemas inesperados cada
vez que hagamos algo.
2) Confucio: “Una promesa hecha a la ligera es difícil de cumplir” y “un caballero
debería avergonzarse si sus obras no están a la altura de sus palabras”.
A la hora de lanzar mensajes hay
que procurar no realizar promesas sin analizar si se puede o no llevar a cabo
porque nos arriesgamos a crear falsas esperanzas en la gente y esto puede tener
un efecto “boomerang” y volverse contra nosotros cuando se den cuenta que no se
puede cumplir.
3) Confucio: “Consideré el problema desde todos los ángulos hasta que comprendí
algo”
Cuando nos enfrentamos a una
situación o problema, por ejemplo una crisis de reputación, suele haber diferentes
visiones sobre el mismo y conviene conocer todas ellas para analizar cómo
afrontarla ya que habrá cosas que escapen a nuestra visión y extraer la mejor solución.
4) Zilu (discípulo de Confucio) le
preguntó a su maestro cómo servir a un príncipe y Confucio respondió “Dile la verdad, aunque esta lo ofenda”.
Confucio: “Si tenéis razón y nadie te
contradice, está bien; pero si estás equivocado y nadie te contradice, ¿No es
este el ejemplo de una máxima que puede arruinar un país?”
Dentro de la Comunicación
Política hay que tener en cuenta que no siempre se hacen las cosas bien y no
siempre se lleva la razón y si a nuestro jefe no le decimos la verdad y no le
comentamos nuestras objeciones corremos el riesgo de que adopte decisiones
erróneas creyendo que tiene la razón.
5) Confucio “No os preocupéis si no ocupáis un cargo, preocuparos más bien de no
merecerlo. No os preocupéis de no ser famosos, sino más bien de no tener
méritos para ello”.
Cuando se fracasa, no hay que
lamentarse de no haber conseguido los objetivos sino valorar en que hemos
fallado para mejorar la próxima vez.
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